viernes, 16 de noviembre de 2012

Infiel

Lo encontré dentro del ropero. Le pregunté qué coño hacía ahí. Me miró como si le hablara en mandarín y no obtuve respuesta. Él seguía intentando escapar del fular escarlata de mi mujer y salir de aquella situación tan embarazosa. Cerré la puerta y me dispuse a buscar una explicación en las palabras de mi encantadora esposa. Después de escucharme con mucha atención, me dijo que no tenía ni idea de qué hacía el gato del vecino en nuestro ropero.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Ropa vieja

—¿Qué dices? ¿Qué tire la ropa que está en el ropero? Ya sé que es vieja y que huele a muerto. No me lo repitas, pero te recuerdo que es tu ropa y es lo único que tengo de ti. ¿Que también tire tus fotos y todos tus recuerdos al contenedor? ¿Estás loca? ¿Que te moriste hace veinte años? Sé perfectamente el tiempo que hace que me dejaste, por eso hablo con tu retrato y guardo tus recuerdos. ¿Qué hay de malo en hablar con los muertos, cuando ya no te queda nada?

viernes, 2 de noviembre de 2012

Combate


Bajaba a la playa a dar mandobles al aire. Un puñetazo a la izquierda, a la derecha, una patada lateral, otra central, cabezazos, rodillazos y también codazos. Así se pasaba toda la mañana, hasta que caía agotado en la arena. Yo lo observaba con curiosidad mientras leía un libro tumbado en la toalla, cuestionándome con quién se peleaba. Un día le pregunté:
—¿Se prepara para algún combate?
Me miró con una sonrisa y me contestó:
—¿Le parece poco combate la vida?Le sonreí, pensando, que cada uno se toma la vida a su manera.

viernes, 17 de agosto de 2012

Detrás de las tinieblas

Al amanecer, apartaba las cortinas negras que ocultaban su horizonte, ese, que los noticieros se empecinaban en pintar, con los colores que sacaban de la profundidad de las tinieblas. Pero él, también, se había empeñado en pintar su futuro con el verde de la esperanza.

viernes, 10 de agosto de 2012

El inesperado regalo

El mundo que yo conocía y en el que era feliz, se desmoronó para siempre en ese instante. Todo por aquel regalo que me entregó el mensajero. ¿Pedro Rodríguez? preguntó. El mismo, dije. Firmé. Mi mujer se acercó. ¿Te han traído un regalo por Navidad? ¿Quién? No sé, contesté. Leí la nota. Un escalofrío me recorrió la columna vertebral. ¿Recuerdas?, leí. Firmaba Vicky. Abrí la caja, dentro un tanga de encaje rojo. ¿Pero que coño es eso? Preguntó mi mujer. No tengo ni idea, no conozco a ninguna Vicky, le contesté, buscando una explicación plausible, pero no pude.

viernes, 3 de agosto de 2012

Era un volcán

Ella era un volcán y lo sabía. Desde el primer día que sintió sus labios húmedos, su piel mulata, supo que terminaría caminando sobre los ríos de lava, de su pasión desenfrenada y que se quemaría.

No había otra salida que seguirla, porque deseaba sus besos, sus caricias, su mirada y la forma en que le hacía el amor, hasta dejarlo extenuado. 
Terminó amándola con locura, deseándola todos los días, aunque fuera después de las cinco, aunque fuera después del verde impúdico de cien euros y pesar de que siempre se iba, con la promesa de volver, cuando él quisiera.

viernes, 27 de julio de 2012

Golpes

Ella no se esperaba el primer golpe, directo y preciso. Las piernas le temblaron y cayó de bruces. El sabor de la sangre, en la comisura de sus labios, le recordó las primeras palizas, el miedo, las denuncias y luego el olvido. Se levantó como pudo, se colocó el protector bucal y siguió el combate. Cinco asaltos, ni uno más. En el gimnasio del barrio aprendió a defenderse de sus golpes, a esquivarlos y a devolvérselos. El viejo entrenador no se había equivocado, en ella había una gran boxeadora que ahora solo pensaba en seguir el combate.

viernes, 20 de julio de 2012

Huellas en la arena

La conoció siguiendo las huellas que dejaba sus pies en la arena y que el mar se encargaba de borrar con el romper de cada hola. También seguía el ritmo de sus caderas que jugaban a no salirse del diminuto tanga. Cada mañana bajaba a la playa, se la encontraba siempre de espaldas y el seguía sus huellas efímeras y el ritmo de sus nalgas. 
Un día quiso saber quien era y la esperó. Corrió para poder encontrársela cara a cara y la vio. Pero fue tan éfimero el encuentro que decidió seguir para siempre sus huellas y sus caderas.

viernes, 13 de julio de 2012

La máscara

Una mañana se levantó con la máscara de la tristeza pintada en la cara y cada día miraba al cielo, rezando, para que llovieran carcajadas y que las gotas de sonrisas y risas, le borraran para siempre aquel semblante sombrío que le atenazaba.

viernes, 6 de julio de 2012

Las explicaciones

Llegué después de las cuatro de la mañana. ¿Qué le iba a decir? ¿Que me encontré con un viejo amigo de la infancia y que una copa llevó a la otra?, ¿que casi nunca salgo?, ¿que vengo del trabajo a casa y de casa al trabajo?, ¿que necesito más espacio?, ¿que no me cele tanto?, ¿que ya tengo una edad?, pero mi madre nunca me creería.

viernes, 29 de junio de 2012

La belleza es efímera

Era el mejor candidato. Un cuerpo envidiable, una sonrisa arrebatadora, unos ojos cautivadores y una labia que encantaba hasta las serpientes. No tenía rival. Todos los sabían. Cuando llegó el día de la final, se pavoneó por la pasarela convencido de que todos caerían a sus pies obnubilados. Se acercó al pie de la tarima a recoger una rosa con la mejor de sus sonrisas. En ese preciso instante, un foco que bajaba a una velocidad vertiginosa, le partió la cabeza en dos. ¡Qué efímera es la belleza!

viernes, 22 de junio de 2012

Siempre en Carnaval

Ella sabía donde encontrarlo, en el número trece, como todos los carnavales. Se disfrazó de bruja, cogió un taxi y se plantó en Santa Catalina de madrugada. Se dirigió al chiringuito y pidió un refresco. Al verlo ella le sonrió y le envió un beso. Él se acercó sin reconocerla, hablaron y luego bailaron. Ella volvió a sentirlo como lo había sentido en otra época; su olor, sus manos, sus caricias y sus besos seguían siendo los mismos, no habían cambiado. Buscaron las calles oscuras y se perdieron en el frenesí de sus cuerpos. Ella Jamás había podido olvidarlo.

viernes, 15 de junio de 2012

Las carcajadas de Martín

Cada noche oía aquellas carcajadas que le martilleaban la cabeza y le impedían dormir. Una noche saltó de la cama y subió. Tocó en la puerta pero nadie contestó, solo oyó la estridente carcajada. Aporreó la puerta, con rabia, hasta que la vecina de enfrente abrió y le dijo apesadumbrada:

-No insista, ahí hace años que no vive nadie.

-¿No?, ¿y las carcajadas que oigo todas las noches?

-Usted hace unos días que vive aquí, ya se acostumbrará. Yo llevo oyendo esas risas desde que Martín, el payaso, murió. Ya sabe, los fantasmas son así.

viernes, 8 de junio de 2012

PACTO DE AMOR

Frente al mar y con apenas veinte años, habían firmado un pacto: amarse toda la vida. Ahora, después de treinta años, querían volver a reeditarlo, como lo habían hecho antaño, pero el amor se les había acabado.

viernes, 1 de junio de 2012

El fondo

El fondo, siempre estaba el fondo, nunca conoció otra cosa, que el fondo. Se levantaba y volvía a caer, pero el siempre se incorporaba, por que en la vida, si te rindes, te terminan comiendo las moscas, pensaba. Cada noche se acostaba entre sus cartones viejos, entre sus ilusiones de cambio, entre sus neuras cotidianas, con la sana esperanza de que un día, la suerte le diera una palmadita en la espalda y enterrar para siempre la crisis que había sido toda su vida.

viernes, 25 de mayo de 2012

No volveré




Voy a comprar cigarros, vuelvo enseguida, le dijo, pero, nunca volvió. Ella lo esperó sentada en la mesa del comedor, perdida en sus pensamientos, mientras se sumergía en su viejo albún de fotografías y le hablaba con tristeza a su recuerdo:
-¡Ay, Paco!, ¿en qué momento se rompió nuestro amor? ¿Por qué te olvidaste de tu promesa? ¿La recuerdas? Tu sangre, la mía, el mar, aquella luna llena preciosa que nos observaba y tus palabras... antes de dejarte, me quito la vida. Espero que no hayas cumplido tu promesa, porque el amor no vale una vida.

viernes, 18 de mayo de 2012

Tu fantasma

Hoy me paré delante del ropero, lo abrí, cogí tu ropa y la olí para intentar recordarte, pero no pude. Saqué los viejos álbumes de fotos, de cuando éramos, pero ni te reconocí ni te recordé. Solo me quedan mis noches solitarias, cuando saco la vieja wija para hablar con tu fantasma, esperando que algún día me contestes de por qué te fuiste.