viernes, 27 de julio de 2012

Golpes

Ella no se esperaba el primer golpe, directo y preciso. Las piernas le temblaron y cayó de bruces. El sabor de la sangre, en la comisura de sus labios, le recordó las primeras palizas, el miedo, las denuncias y luego el olvido. Se levantó como pudo, se colocó el protector bucal y siguió el combate. Cinco asaltos, ni uno más. En el gimnasio del barrio aprendió a defenderse de sus golpes, a esquivarlos y a devolvérselos. El viejo entrenador no se había equivocado, en ella había una gran boxeadora que ahora solo pensaba en seguir el combate.

viernes, 20 de julio de 2012

Huellas en la arena

La conoció siguiendo las huellas que dejaba sus pies en la arena y que el mar se encargaba de borrar con el romper de cada hola. También seguía el ritmo de sus caderas que jugaban a no salirse del diminuto tanga. Cada mañana bajaba a la playa, se la encontraba siempre de espaldas y el seguía sus huellas efímeras y el ritmo de sus nalgas. 
Un día quiso saber quien era y la esperó. Corrió para poder encontrársela cara a cara y la vio. Pero fue tan éfimero el encuentro que decidió seguir para siempre sus huellas y sus caderas.

viernes, 13 de julio de 2012

La máscara

Una mañana se levantó con la máscara de la tristeza pintada en la cara y cada día miraba al cielo, rezando, para que llovieran carcajadas y que las gotas de sonrisas y risas, le borraran para siempre aquel semblante sombrío que le atenazaba.

viernes, 6 de julio de 2012

Las explicaciones

Llegué después de las cuatro de la mañana. ¿Qué le iba a decir? ¿Que me encontré con un viejo amigo de la infancia y que una copa llevó a la otra?, ¿que casi nunca salgo?, ¿que vengo del trabajo a casa y de casa al trabajo?, ¿que necesito más espacio?, ¿que no me cele tanto?, ¿que ya tengo una edad?, pero mi madre nunca me creería.