jueves, 13 de marzo de 2014

Marlene

Cuando entré en el taxi pensé en Marlene. La había dejado durmiendo en mi cama. Sí, había sido un capricho. Lo supe desde el momento que pagué los 300 euros. Fue un amor a primera vista. Aquella mañana me enamoré de ella, de sus ojos azul cobalto, de su mirada de no haber roto nunca un plato y aquel movimiento de caderas tan sensual. Lo menos que me gustaba eran sus lametones. Sin embargo, a pesar de eso, amaba a mi gatita Persa.