domingo, 24 de noviembre de 2013

Sueños


Su vida era un sueño. Tenía una mujer perfecta, unos hijos maravillosos, una casa de ensueño y un trabajo envidiable. La vida le sonreía. 
La sirena lo despertó. Se levantó, miró al patio a través de los barrotes y pensó que su vida era un puto sueño.




lunes, 23 de septiembre de 2013

Se acabó la fiesta

Nos lo dijeron «se acabó la fiesta, han vivido por encima de sus posibilidades». Ahora no llego a fin de mes y busco algo de comida en los contenedores de basura de los supermercados, pero no olvido que ellos siguen en su fiesta, viviendo por encima de sus posibilidades.

lunes, 29 de abril de 2013

Siempre nos quedará la sangre

Abrió el buzón. Dentro encontró un papel blanco con una huella ensangrentada y un texto que decía:
«Sabes que tu pasado siempre acabará volviendo»
Subió a su apartamento y dejó la nota en el montón que tenía junto al teléfono. Se sentó, sacó la Smith & Wesson y esperó. Sabía que su pasado, tarde o temprano, tocaría a su puerta. Solo esperaba tener las fuerzas suficientes para abrirla.

viernes, 8 de marzo de 2013

Sin identidad

Abrió el sobre para recordar, por última vez, quién era. Sacó el pasaporte, observó la fotografía y se reconoció. Lo cerró y lo lanzó a la hoguera para clausurar la única puerta que lo vinculada con aquel pasado tan sangriento.

viernes, 8 de febrero de 2013

Gafas mágicas

Su vida era un puro desastre. Probó diversos sortilegios y pócimas, pero seguía inmerso en la calamidad. Un día un adivino le dijo después de echarle las cartas:
—Es que ves el mundo negro y eso se transmite a tu vida. 
El brujo sacó unas gafas de un viejo baúl y le dijo:
—Con ellas verás el mundo diferente, son mágicas.
Los días pasaron y seguía inmerso en la “pena negra”. Al final aprendió a convivir con lo que le venía dado y todas las mañanas se ponía aquellas gafas que no servían para nada, pero que le quedaban bien.

lunes, 4 de febrero de 2013

Última salida

Era la penúltima copa de aquel nefasto año en el que todo le había salido mal. Aquel divorcio tortuoso que convirtió su vida en un solar, la muerte lenta y angustiosa de su madre, que fue devorada por un maldito cáncer, el ERE que lo dejó en la puta calle después veinte años de trabajo y luego el desahucio. 
Llamó al camarero y le pidió otro whisky-on-the-rock. Buscó en su chaqueta el billete con destino a Canadá, donde había escrito las últimas palabras de su madre: «Siempre hay una salida si tienes ilusión».