lunes, 4 de febrero de 2013

Última salida

Era la penúltima copa de aquel nefasto año en el que todo le había salido mal. Aquel divorcio tortuoso que convirtió su vida en un solar, la muerte lenta y angustiosa de su madre, que fue devorada por un maldito cáncer, el ERE que lo dejó en la puta calle después veinte años de trabajo y luego el desahucio. 
Llamó al camarero y le pidió otro whisky-on-the-rock. Buscó en su chaqueta el billete con destino a Canadá, donde había escrito las últimas palabras de su madre: «Siempre hay una salida si tienes ilusión».

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