viernes, 27 de julio de 2012

Golpes

Ella no se esperaba el primer golpe, directo y preciso. Las piernas le temblaron y cayó de bruces. El sabor de la sangre, en la comisura de sus labios, le recordó las primeras palizas, el miedo, las denuncias y luego el olvido. Se levantó como pudo, se colocó el protector bucal y siguió el combate. Cinco asaltos, ni uno más. En el gimnasio del barrio aprendió a defenderse de sus golpes, a esquivarlos y a devolvérselos. El viejo entrenador no se había equivocado, en ella había una gran boxeadora que ahora solo pensaba en seguir el combate.

No hay comentarios:

Publicar un comentario