viernes, 22 de junio de 2012

Siempre en Carnaval

Ella sabía donde encontrarlo, en el número trece, como todos los carnavales. Se disfrazó de bruja, cogió un taxi y se plantó en Santa Catalina de madrugada. Se dirigió al chiringuito y pidió un refresco. Al verlo ella le sonrió y le envió un beso. Él se acercó sin reconocerla, hablaron y luego bailaron. Ella volvió a sentirlo como lo había sentido en otra época; su olor, sus manos, sus caricias y sus besos seguían siendo los mismos, no habían cambiado. Buscaron las calles oscuras y se perdieron en el frenesí de sus cuerpos. Ella Jamás había podido olvidarlo.

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